DIUMENGE XVII durant l’any / C / 2022

Llegir la Paraula de Déu

Veure el BUTLLETÍ FULL PARROQUIAL

Llegir el Full Dominical

 

Una mirada artística a l’Evangeli del Diumenge, un gentilesa de l’Amadeu Bonet, artista.

 


Lectura Espiritual

LA AMISTAT DE LÁZARO (2)
Todo muerte y resucita otra vez

También están ahí Marta y María, las hermanas del difunto. María es la que se queda con la mejor parte, la contemplativa. Ella es la primera que ha comprendido que lo primero es el Reino de Dios y su justicia, y que el resto viene por añadidura. Pocos han comprendido esto. Nosotros creemos más bien en eso de a Dios rogando y con el mazo dando, es decir, en unir a Marta y a María. Creemos que ambas tienen sus derechos, que las dos son necesarias. Pero eso no es en modo alguno lo que dice Jesús. El maestro dice: primero rogad a Dios, y ya veremos luego si hay que darle al mazo y cómo. En realidad, la principal lacra de la humanidad es nuestra incapacidad de entender y vivir la contemplación. Si colocas a Dios en primer lugar, todo lo demás se recoloca por sí solo, ésa es la enseñanza. Si comienzas por lo esencial, lo urgente deja de parecer tan urgente y va encontrando su solución.

Marta representa la acción. Es evidente que todos somos Marta. Quién más, quién menos, todos somos bastante activos. Creemos que estamos en este mundo para cambiarlo. No nos creemos que estamos en este mundo para mirarlo y disfrutarlo.

Lázaro es el amigo muerto que hay en nosotros, ya lo sabemos. La muerte del amigo provoca a Marta y María, a la acción y a la contemplación. La muerte parece pedir una respuesta activa y contemplativa. Pero la acción nada puede contra la muerte, esto es lo que parece estar diciéndonos Jesús. La acción se queda en lamentos, en reproches, en el ajetreado ir y venir de cuidar los detalles. La contemplación, en cambio, acude al espíritu (Jesús) y va con él al sepulcro, al lugar de la muerte. Allí, con la fuerza del espíritu, quita la piedra, mira los ojos del cadáver y llora.

Llora porque mira lo que hemos hecho con nosotros mismos. Porque ve cómo nos hemos deshumanizado. Porque ve cómo nos hemos dejado arrastrar por falsas promesas, tomando la puerta ancha y el camino fácil. Llora porque hemos metido el pie en la trampa y porque ahora sufrimos los dolores

Pero llorar no es tan sencillo. Uno llora al principio. Luego se acostumbra y se cansa y, simplemente, deja de llorar. No hay que llorar tanto, no es para tanto, esto no lleva a ninguna parte. Y nos llenamos de ruido para olvidarnos de las lágrimas que siguen corriendo por largo tiempo por dentro. Llorar es lo primero y más urgente, eso no conviene olvidarlo. Llorar es purificar. Hay que pasar por la purificación antes de llegar a la iluminación. Debemos llorar por nuestros muertos, por la muerte que se ha apoderado de nosotros. El cuerpo es el primero que responde ante el mal y debe hacer su trabajo para que luego pueda entrar en juego el alma.

Conmueve este Jesús que se deshace en lágrimas y sorprende, por el contrario, ese otro Jesús que se mantiene entero, casi indiferente, ante una noticia tan grave. ¿Qué significa esto? Que Jesús sabe que el mal no tiene verdadero poder sobre este mundo, que sabe que su dominio es solo relativo y temporal. Sabe que, pase lo que pase, no será fatal. Ahora bien, ante el desgarro de Marta y María, Jesús responde con el llanto, abrumado por la terrible y sucia corriente del mal, que lo emponzoña todo. Ese mal ya ha sido vencido por Dios, pero sus secuelas siguen devastando al hombre.

Tras el llanto de Jesús, vienen sus palabras liberadoras: ¡Sal, ven afuera! No te quedes en el agujero de tus problemas. Respira el aire de este mundo, oxigénate. Acude al lugar de las sombras, mira lo que hay y lo padécelo. Luego sal a la luz. Ese es el trabajo, pero Marta (todas las Martas del mundo, incontables) no lo comprende.

Pablo d’Ors, Biografía de la luz